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Tuesday, September 19, 2006


LA CANDELA
Una historia de viajes peleas y tambores

Capitulo 5
VILLA DE LEYVA
Despues vino nuestra primera salida : festival de las cometas en Villa de Leyva, Una vez mas Larry es el promtor de la cosa, nos aventuramos a irnos sin un peso, el sabado en la tarde. Al llegar luego de cuatro horas de camino, el parque principal es una fiesta total, nos instalamos en cualquier lugar a tocar, el concierto se hace bonito y la mayoria de gente viene a bailar con nosotros, tocamos mas de dos horas, la gente nos da trago en cantidades, a veces en pleno toque la gente nos abre la boca y nos embute trago sin que nosotros paremos de tocar, esa vez fue sin el compu porque no habia donde instalarlo, ahi comenzabamos a dejar la idea de lo electronico y hacer solamente folclor, Milton tocaba el llamador (tambor pequeño que marca el compas y llama a la fiesta) vemos una chica que pasa con un sombrero recogiendo plata, la gente mete billetes a la lata, eso nos entusiasma y le damos con toda, pero en pleno fieston nos damos cuenta que una nena medio skin esta agarrando a golpes a Cristian nuestro amigo que se jacta de decir que puede hablar con extraterrestres, la nena lo tiene en el piso, él que no es tan alto, se ve totalmente indefenso con ella que debe estar casi por los dos metros, soltamos los tambores y vamos a quitarle a la gigante de encima, el pobre en la mala bañado en sangre a penas balbucea en algun idiona interplanetario que no logramos descifrar, la nena se va a golpear a Larry y este la esquiva, luego se nos viene a cualquiera y todos salimos corriendo, nos escondemos en cualquier parte, luego de un buen rato regresamos al parque, ahi esta Cristian con los tambores, el llamador no estaba, se lo robaron, nos baja eso y juntamos dinero para una botella de ron, la nena que habia recogido la plata y que caimos en cuenta que ninguno conocia, no esta por ningun lado, como a la una de la mañana volvemos a envalentonarnos y comenzamos otra vez a tocar, otra vez se arma la fiesta, otra vez la gente nos da trago en cantidades, otra vez aparece la nena pasando el sombrero, otra vez se la metemos toda y tocamos mapales, cumbias, fandangos, bullerengues, todo el repertorio que habiamos venido perfeccionando, otra vez vemos a la gigante correteando a Cristian, yo pienso que ella no lo odia sino lo ama, a su manera se enamoro de el, dos patadas en el culo de una punk significan te amo, lei en un libro alguna vez, esta vez no vamos de inmediato, solo paramos cuando otra vez lo tiene en el piso y lo esta golpeando salvajemente, esta vez lo quitamos de encima pero tambien llevamos nuestra parte, viene la policia y se la lleva, nosotros buscamos los tambores para irnos de ahi, la nena que recogio la plata otra vez se desaparecio, nunca en la vida la volvimos a ver, nos internamos clandestinamente en una casona campesina con un immenso pastal y ahi armamos las carpas, nos tomamos entre los cinco, dos botellas de ron y hacemos una fogatica donde no llame mucho la atencion, como a eso de las cuatro de la mañana nos vamos a dormir, a la una de la tarde del domingo, una señora nos mueve las carpas, nosotros salimos medio asustados pero ella amablemente nos invita a seguir, casa humilde, casa de estufa de leña y mesa grande de madera vieja, nos cuenta que la noche anterior su marido estuvo a punto de meternos un tiro, cuando nos descubrio en su terreno armando las carpas, pero que su hija de 20 años, una hermosa campesina a la que Rodrigo le echo el ojo desde que la vio, le dijo que nosotros eramos los musicos que estaban tocando en el parque y por eso nos dejaron quedar ahi.

La señora nos invita caldo de gallina con presa, papa, yuca y platano guisado y chicha boyacense, nosotros mas felices que burro estrenando lazo, luego se junta el señor que nos invita tabacos artesanales y mas chicha y la campesinita de 20 años que despues de cuatro horas estaria metida con Rodrigo forcejeando en la carpa, el tipo borracho ni se da cuenta y nosotros como buenos amigos le hacemos la segunda, la señora se va a dormir temprano y luego de un rato, nos despedimos y vamos a la plaza a unirnos a la fiesta que en su segundo dia, se va despejando de invitados.

Regresariamos a Bogotá esa misma noche, en un camion que nos recogio en el camino.

Dos semanas despues vendria el toque que mas recordariamos con los años y el que nos definio finalmente como grupo: El de la piscina en Villeta.
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