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Thursday, August 23, 2007



La Candela
Una historia de Viajes, Peleas y Tambores

Capitulo 9
EL RETORNO DE IK
Estaba en la tienda cerca de casa de mis padres donde vivía mientras me iba de nuevo para Quito al apartamento que teniamos con Ricardo el Bogotano, cuando alguien me da un golpecito en la espalda y cual seria mi sorpresa al descubrir que era nadie mas ni nadie menos que el pastor Benavides en persona, me extraño mucho el encuentro pues si algo tenia Rodrigo desde que se había vuelto cristiano era que nos evitaba, para el, nosotros éramos la influencia directa del demonio.

Nos tomamos un café y luego de un rato se aventuro a confesarme que había decidido colgar la sotana, que ya no iba a ser mas el pastor y que ahora se hacia llamar IK porque había leído en una revista juvenil que Ik en algún lenguaje indígena significa renacimiento y el sentía que estaba renaciendo.

Luego de varias vueltas mas, confeso que quería irse para Quito y que quería hacerlo en secreto, yo no le creí mucho, pero le conté para cuando tenia destinado irme que era exactamente el día que mi hermana se casaba después de la fiesta, ah, porque por esos días mi hermana se casaba.

Ese día vestido de terno y luego de un sermón religioso puntual y de que el curita saliera a vender estampitas de la virgen y calcomanías del señor caído, llegamos a la casa para la fiesta, Rodrigo no llego, no me extraño para nada, pero media hora antes de irme, arrimo sin la maleta, diciendo que sus cosas estaban cerca y que pasáramos por ellas.

Así lo hicimos, luego de que en medio de la celebración partiera, dejando a mi familia y también a Larry que tampoco sabia nada sobre la salida de Rodrigo, así lo quería el y así se hizo, aunque me dio tristeza que no lo supiera.

Llegamos en un taxi a su apartamento donde saco una maleta que mas parecía la envoltura de una nevera, y el tambor.

Nos fuimos, no sin antes escribir una nota que decía: -Señora perdóneme por irme de esta manera, le quedan mis cosas como pago por los dos meses de arriendo que le debo, que Dios la bendiga.

Luego de un día de viaje llegamos a Quito, se vino a vivir con nosotros y veinte días después estábamos ensayando para tocar de nuevo. La alineación era: Rodrigo en la tambora y voz, Ricardo y Fernando, llamador y alegre, no lo turnábamos, y marcos el quiteño el guache.

Así comenzamos a rondar por varios bares, Rodrigo o Ik, como pedía que lo llamaran, volvía a ser el de antes.
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