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Thursday, August 23, 2007



La Candela
Una historia de Viajes, Peleas y Tambores

Capitulo 10
AGOBARDO MANZANO


Larry había decidido quedarse en Bogotá para organizar su vida en relación al cine, así que nos toco armar la cosa con Rodrigo, buscando un par de músicos y enseñándoles a otro par a tocar. Tuvimos un trompetero alemán que no daba pie con bola con la música colombiana pero se las ingeniaba para meterle el viento a lo que tocáramos, dándole un filling un tanto extraño a la cosa.

Rodrigo conoció a una Francecita bella, llamada Dephine que sabia tocar el Clarinete y en un curso intensivo le enseñamos a que aprendiera algunas cosas.

Yo tuve la fortuna de conocer en una buseta a Agobardo Manzano, un señor de sesenta años que en sus mejores lustres había tocado en el grupo de Delia Zapata, ahora vendía electrodomésticos en Quito pero cuando lo invite a tocar con nosotros y cuando lo escuchamos, nos dimos cuenta que estábamos ante un maestro que ademas había sido amigo de Batata el mejor tamborero de Colombia en los últimos tiempos (q.e.p.d).

Así la cosa comenzaba tomar un rumbo interesante, además, íbamos logrando una hinchada que donde tocáramos llegaba, en su mayoría eran turistas de Estados Unidos, Suiza, Francia y Holanda, por un momento navegábamos en un mar de hermosas mujeres que nos iban repartiendo de acuerdo al gusto de la noche, Agobardo era el único que se iba a dormir tempranito, para los demás, los tambores eran su tiquete a una noche esplendida donde por mal que estuviera, salíamos con una suma mas o menos considerable por toque, así pues si la noche era buena, al dinero se le sumaba una buena borrachera y un buen levante.

Un día en un bar llamado Limbo, se armo una gresca porque a Marcos le querían pegar un grupo de negros esmeraldeños, que detrás de las gringas que nos seguían a nosotros, venían ellos a ver que podían coronarse. Nos metimos a defenderlo y cinco minutos después comenzaron a volar botellas, a rompersen dientes y a fracturarse piernas, como la gresca fue tan agreste, nosotros atinamos a ir saliendo en medio de todo con los tambores en una mano y la victima nocturna en la otra, yo tuve la suerte de que al colocar la tambora como escudo no me rompiera la testa un vaso, pero en cambio la tambora si sufrió pues se rompió uno de los parches.

El mas lastimado fue Marcos, que salio turuleto y después de un tiempo se volvió medio loco, los negros al otro día nos buscaron, no para darnos en la jeta sino para hacer las pases, pues si se enemistaban con nosotros, perdían la posibilidad de lograr unos cuantos levantes a nuestra costa.
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